Árboles silenciosos.
Noches sin luna.
Calles
donde hombres y recuerdos
regresan cíclicamente
a la rueca
que hila.
Solitarios destinos
que la muerte desgrana.
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La lluvia cae
papel de seda
la madrugada.
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Una lágrima rueda
sobre las hojas.
Un pájaro canta.
Mi ventana abierta
lo saluda.
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Amarillo
remolino la piedra
duerme al borde
de la autopista.
Beatriz Norma Iacoviello
D.F. México.1994
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